lunes, 9 de enero de 2017

La Edad de Plata (o de la conveniencia de recuperar "las ondas largas" en el estudio de la cultura)


"A partir de 1875, la cultura española emprende un camino ascendente que va a llevarla muy pronto a un período de apogeo sin precedentes desde el Siglo de Oro. [...] Entre 1875 y 1936 se extiende una verdadera Edad de Plata de la cultura española durante la cual la novela, la pintura, el ensayo, la música y la lírica peninsulares van a lograr una fuerza extraordinaria como expresión de nuestra cultura nacional, y un prestigio inaudito en los medios europeos. Los nombres de Pérez Galdós, de Sorolla, de Unamuno, de Ortega, de Ramón y Cajal, de Menéndez Pelayo, de Albéniz, de Benavente y de García Lorca expresan, entre otros muchos, este prestigio europeo de lo español que, repetimos, no tenía precedente desde mediados del siglo XVII." (José María Jover, 1963).


La expresión "Edad de Plata" remite por tanto a un periodo en que conviven -con fuerte presencia pública además- escritores tradicionalmente estudiados en compartimentos estancos, e incluye no solo a quienes destacaron en el terreno de las letras sino también de las artes plásticas, la música, el pensamiento o la ciencia. El propio Jover distingue dos momentos en la denominada "Edad de Plata":
  • Un primero coincidente con la época de la Restauración (1975-1902) caracterizado por un fuerte impulso del trabajo científico (Cajal, Menéndez Pelayo, etc.), un afán de europeización (Institución Libre de Enseñanza) y un predominio de la observación y la descripción en el campo de la creación artística (novela, pintura).

  • Un segundo que va desde 1902 (fecha de la proclamación de Alfonso XIII como rey de España) hasta 1936. Un periodo en que se mantiene el esfuerzo europeizante (Ortega), pero en el que la estética naturalista es sustituida por el impresionismo (sobre todo en música y pintura) al tiempo que se vive una creciente beligerancia social y política.


Entre ambos, y a modo de bisagra, la llamada Generación del 98. Es decir, la de un conjunto de escritores (Unamuno, Maeztu, Baroja, Azorín, Valle Inclán, Machado) que iniciaron su vida pública en el momento en que España perdía los restos de su imperio de Ultramar -Cuba, Filipinas, Puerto Rico- y un clima de desaliento y postración parecía impregnar el conjunto de la sociedad. Si bien pertenecen por formación al primer periodo, dejarán su impronta literaria e intelectual en el segundo.

Sus primeros éxitos literarios se producen en los primeros años del siglo – en 1902 se publican La voluntad de Azorín, Camino de perfección de Baroja y Amor y pedagogía de Unamuno- , y ya en sus primeras obras observamos una voluntad de ruptura estética y de subversión moral y política. Pero por encima de los libros -subraya José Carlos Mainer- "el lugar físico donde la literatura va a intentar la captura de su público es el periódico". Será a través de la prensa como los escritores dejen constancia de su compromiso intelectual con la regeneración de España. Periodismo y política serán elementos consustanciales a muchos de los escritores de esta generación y las inmediatas.

La expresión "Edad de Plata", popularizada en un ensayo homónimo por el profesor Mainer, ha acabado por identificarse exclusivamente con esa segunda etapa -la que cubre el primer tercio del siglo XX- y con quienes destacaron en el campo de la escritura -literaria o periodística-. Sea como fuere, y más allá de las reservas que el término pueda suscitar, el concepto de Edad de Plata permite al fin acometer el estudio de un periodo especialmente brillante en el campo de la creación literaria y enormemente convulso desde el punto de vista social y político.


El bloque de contenidos relativo a la Educación Literaria en 4º de ESO mantiene la tradicional periodización de la historiografía literaria española en un conjunto de movimientos y autores –Realismo y Naturalismo, Modernismo y 98, Generación del 27-  para saltar, en la línea siguiente del BOE y un puñado de páginas más adelante en el manual de turno, a la "Literatura de posguerra". 

En medio, como una insondable elipsis, la guerra civil española.

Por nuestra parte, no concebimos una aproximación a la literatura española del siglo XX que siga empeñada en pasar de puntillas sobre la guerra civil reduciéndola a un inevitable paréntesis. La guerra de España constituye el ineludible emplazamiento desde el que mirar y leer cuanto ocurrió primero, cuanto se escribirá después.

"Entre la derrota del 98 y el comienzo de la guerra civil (1936) España vive alguna de las décadas más decisivas de su historia contemporánea. [...] No extrañará, pues, que el sentido de la historia de España durante el periodo que nos proponemos estudiar [...] venga definido a partir de su desenlace: la llamada  guerra de España. Es ella la que presta la perspectiva histórica necesaria para discernir, a posteriori, las líneas maestras de una compleja y atormentada historia nacional en la cual se trenzan, a veces hasta lo inextricable, los impulsos constructivos de desarrollo, reforma y convivencia, con los impulsos destructivos de intransigencia, violencia y opresión". (José María Jover, 1963).

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